domingo, 19 de abril de 2009

Diversidades: Límites y oportunidades en derechos sexuales y reproductivos

por Ps. Leonor Núñez

(Publicación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
Con el auspicio de la Fundación Ebert)


Brevísima historia

La actual denominación de derechos sexuales y reproductivos corresponde a una serie de aspectos y problemas que desde el comienzo de la historia de la humanidad se despliegan en el curso de la vida de toda mujer. Desde la perspectiva del género mujer autónoma expondré algunos de los temas que más frecuentemente me plantean en las consultas, tanto en la práctica de la psicología clínica como comunitaria. Es la base empírica del modelo de asesoramiento y capacitación que continúo desarrollando.

Algo más centrada en el género mujer, que la definición que Fathalla planteara para la OMS en 1992, E. Pantelides enumera dentro de la concepción de salud reproductiva a: "...la sexualidad, el embarazo, la anticoncepción, el aborto, la infertilidad, la maternidad, la lactancia, la mortalidad materna, la menopausia, las enfermedades de transmisión sexual, otras enfermedades del aparato reproductor, el (VIH)/SIDA, la mutilación genital, la supervivencia de los hijos". Sin embargo, considero que sería pertinente incluir otros aspectos de gran relevancia tales como: en primer lugar las capacidades de valoración y de defensa del género como mujeres autónomas y de la integridad física y subjetiva.
Porque, salvo excepciones prácticamente toda forma de violencia contra la mujer tambien supone alguna forma de violencia sexual y/o de género. Aludo tanto a las expresiones de violencia simbólica como física. Entre ellas, un ejemplo paradigmático es la promoción, el reclutamiento y tráfico para la prostitución de niñas y mujeres. En ésta problemática social, las manifestaciones de violencia, cubren un amplio espectro de cuestiones que van del polo físico al simbólico.
En segundo lugar la educación sexual basada en los derechos humanos con sus más recientes desarrollos específicos sobre las niñas y las mujeres.

Pero, no por antiguas todas éstas cuestiones están superadas o dejan de ser dinámicas. Por el contrario, aún hoy continúan presentando una permanente transformación en su abordaje y significación. Así al principio ha sido la medicina (entonces entroncada con la filosofía), la disciplina que se ocupó de su estudio y atención estableciendo por siglos un sesgo particular. A lo sumo con el tiempo se fueron incluyendo aspectos relacionados con políticas demográficas. Tal como señala E. Pantelides, los más recientes aportes de las ciencias sociales y particularmente el movimiento de las mujeres hicieron factible..."superar el tratamiento tradicional ... de los aspectos de salud de la reproducción humana como (si fuera) sólo un asunto de salud materno-infantil" (Fathalla, 1992).

Por otra parte, según refieren S. Correa y R. Petchesky, la denominación "derechos reproductivos" tiene un origen reciente surgiendo probablemente en los Estados Unidos en 1979. En ese entonces las activistas de la Red Nacional por los derechos reproductivos en los Estados Unidos llevaron la propuesta a la Campaña Internacional por los Derechos al aborto a principios de los ochenta. Según Berer (1993), en la Reunión Internacional sobre Mujeres y Salud en Amsterdam (1984) la campaña oficial cambió su nombre por el de Red Global de las Mujeres por los Derechos Reproductivos.
Aunque resulte un hito en la defensa de los derechos de las mujeres, el hecho de que recien en 1993 los Estados hayan aceptado considerar como una violación a los derechos humanos a toda violación de los derechos específicos de las mujeres (Conferencia de Viena), debería resultar un ejemplo harto elocuente de las dificultades para deconstruir la naturalización de la dominación sobre las mujeres.

En Argentina, Sara Torres recuerda haber participado en grupos de mujeres feministas que en los 70' planteaban la despenalización del aborto.
La importancia de todas éstas acciones estriba en haber facilitado el centramiento de la salud reproductiva en las necesidades de las mujeres.
Más recientemente aún han comenzado a considerarse las necesidades propias de los varones por ej. en estudios sobre roles de género y conducta reproductiva (G. Infesta Domínguez).

Sin embargo, los procesos no siempre representan progresos y los progresos -aunque se los considere universales- pueden ser precarios o coexistir con situaciones retrógradas. Un ejemplo son las voces de alarma sobre los derechos adquiridos en el pasado, y cuya pérdida significaría un franco retroceso. En los últimos años desde el sector de los empleadores se viene solicitando modificar el Convenio 103 de la OIT a fin de flexibilizar las normas para la protección de la maternidad. Como señala D. Barrancos, es preocupante que los estados miembros puedan, excluir total o parcialmente del campo de aplicación del Convenio a categorías limitadas de trabajadoras o de empresas, tal como figura en uno de los proyectos.

Las diversidades: oportunidades y límites

Desde mi experiencia de cuatro décadas de trabajo en salud vengo comprobando que las cuestiones abarcadas por los derechos sexuales y reproductivos configuran el área más compleja y conflictiva del campo de los derechos humanos. La tan proclamada universalidad de los derechos humanos viene sufriendo restricciones en algunas regiones, particularmente en relación a los derechos sexuales y reproductivos. Además, los mismos, son afectados por una serie de paradojas: sólo voy a centrarme en las que considero más relevantes. En primer lugar, éstos son los derechos más condicionados por una variopinta gama de objeciones muchas veces sustentadas incluso por quienes sufren las consecuencias de su violentación. Este singular obstáculo contribuye a profundizar el hiato abierto entre los cada vez más refinados desarrollos argumentales para la defensa de los DDSS y RR y el acceso efectivo a la salud sexual y reproductiva.
Por ejemplo, el mismo término empoderamiento, surgido de la Conferencia Mundial de Población y Desarrollo de El Cairo en 1994, ha resultado de gran utilidad para fundamentar legitimidad de la oposición a toda forma de control de la fecundidad contra la voluntad de la mujer, desde las esterilizaciones masivas de algunos gobiernos hasta los tabúes religiosos. Y así lo remarcaban, en éstos días, las "Radialistas Apasionadas" de Ecuador en la Red Informativa de Mujeres de Argentina.

En 2° lugar, en la actualidad simultáneamente al desentendimiento del Estado, del cuidado de la salud de los sectores de mayor vulnerabilidad por empobrecimiento, se está produciendo la mayor oferta de la tecnología biomédica más sofisticada de la historia. Por añadidura, cuando se trata de insumos de última generación , el mercado los ofrece como si fueran servicios o productos suntuarios. Ergo, su inaccesibilidad es obvia. Los ejemplos de mayor relevancia, por la masividad de la demanda, son los anticonceptivos orales y los preservativos masculinos. Tanto la efectividad e inocuidad (en el primer caso) como la calidad para garantizar la bioseguridad (en el segundo caso) siempre están en relación directa con su costo.
Los argumentos de los funcionarios públicos que gerencian el denominado achicamiento del Estado en el área salud, resultan falaces, contradictorios y particularmenrte corrosivos de los derechos de la población empobrecida. Comenzando por el derecho a la información y siguiendo por todo lo demás. Suelen alardear ahorros en la compra de insumos que deben distribuirse gratuitamente omitiendo advertir que la calidad de los mismos no siempre está garantizada. En muchos casos l@s usuari@s suponen que el hecho de ser provistos por instituciones públicas es en sí mismo una garantía de calidad. Así, la población recibe un doble mensaje: "Nosotros le suministramos ésto para que Ud. proteja su salud, pero, para reducir nuestro presupuesto hemos adquirido los más económicos. Por consiguiente, como no podemos garantizar su calidad tal vez no proteja su salud".

Esta realidad parece constituir la expresión sanitaria del hecho que viene denunciando Noam Chomsky: "al aumentar la circulación de los capitales disminuye la de los derechos humanos". Es que a diario puede comprobarse que la actual crisis por decadencia ético-político-económica ha sumido a las instituciones públicas de salud y educación en una inédita situación de miserabilidad. Su consecuencia es que, tal grado de carencias no se agota en la falta de resursos materiales y humanos, tambien afecta a la calidad del trato hacia las personas que necesitan ser asistidas. Una cuestión de fundamental importancia en el campo de los derechos sexuales y reproductivos.


Las objeciones: valores, miedos y creencias

Que los obstáculos para ejercer éstos derechos se presenten en las instituciones y ámbitos que deben garantizarlos es una realidad muy extendida y de conocimiento público. Pero que tambien aniden en algunos sectores de la población a la que se trata de proteger es una dificultad singular que es necesario atender.
Una dificultad que a mi entender, obliga a prever tanto una sucesión de crisis en los modelos de abordaje, como su consecuente ajuste.
Los datos recogidos en las actividades de capacitación que venimos realizando en distintas comunidades de nuestro país desde la Comisión La Mujer y sus derechos de la APDH (por ejemplo) son coincidentes, no obstante ser el tema de mayor demanda el abordaje de los DDSSyRR despliega un gran abanico de resistencias. En éstas interjuegan valores, miedos y creencias.

Las citadas objeciones culturales y religiosas tienen diversas implicancias.
Cuando son manifestadas por integrantes del equipo de salud (indistintamente mujeres o varones) pueden llegar a formar parte de las denominadas "objeciones de conciencia" y tener amparo jurídico. Al respecto aclaro que, lejos de abrir juicio de valor, sólo trato de incluir en éste suscinto inventario los obstáculos reales y específicos para el ejercicio de los DDSS y RR. Creo que sólo así podremos construir alternativas realistas.

Son frecuentes las objeciones culturales y religiosas a la toma de decisiones autónomas por parte de las mujeres y a la aplicación de determinadas técnicas. Por ejemplo, en los talleres con participación mixta aparecen voces masculinas (aunque tambien de algunas mujeres) reclamando la continuidad de todo embarazo sin considerar ninguna situación adversa y suponiendo que todas las mujeres que toman la decisión de la interrupción lo harían sin experimentar sufrimiento alguno. En las consultas individuales se repiten los mismos argumentos. Considero que la negación de los conflictos dolorosos que sufren las mujeres en éstas circunstancias es tambien una forma de violencia. Intentar imponer el reconocimiento de un derecho en éstas condiciones puede resultar totalmente contraproducente. Frente a las objeciones basadas en creencias la información y la comunicación, son tan indispensables como insuficientes. Toda creencia tiene un peso formidable y suele operar como dispositivo de tamizaje, distorsión y/o bloqueo de datos científicos, observables y/o experiencias.

Desde luego, no todas las creencias son erróneas, pero, por el momento me refiero sólo a éstas últimas. Pueden establecerse como representaciones sociales (opiniones públicas) o estructurarse como mitos (R. Malfé) que articulan la fantasmática individual y colectiva. Estas singulares tramas argumentales amalgaman: recuerdos gozosos y traumáticos, la historia familiar, las configuraciones vinculares, el estatus social, los miedos, las creencias, la red social de contención, la autovaloración, los proyectos y otros aspectos de la vida de cada persona.

Es necesario poder discernir entre argumentaciones que incluyen mitos y aquellas que sólo contienen planteos desestructurados. Las estrategias de abordaje del equipo de salud, debieran ser idóneas para poder adecuarse a los diferentes grados de complejidad argumental que planteen quienes consultan. Hoy por hoy todavía se supone erróneamente que basta con dar información. Planteo en cambio, que cuando podemos advertir que enfrentamos el despliegue de un "mito de riesgo de daño" debemos trabajar las implicancias de las presiones sociales representadas por prejuicios discriminatorios y/o descalificatorios. Un ejemplo es el que he denominado "el mito del profesor de tenis". El relato generalmente ubica la historia en un country y en el seno de la familia de un ejecutivo, quien al realizar análisis médicos prequirúrgicos le informan que está infectado con el virus de la inmunodeficiencia humana. A partir de entonces, se despliegan todos los argumentos que existen para justificar que, la única posibilidad de infección habría sido la transmisión por relaciones sexuales mantenidas con su conyuge. Despues de negarse, la mujer (en éste caso) admite que le realicen las pruebas de detección de anticuerpos para VIH los que resultan positivos. Posteriormente reconoce haber mantenido relaciones sexuales con el profesor de tenis del country en quien tambien se comprueba la infección a VIH. Con diversas variantes, en muchas ocasiones he recogido éste relato en localidades muy distantes entre sí, desde Misiones hasta Tierra del Fuego. Desde luego, nunca fue posible establecer mayores precisiones sobre sus protagonistas. Sí, en cambio, aparecen como constantes que: la mujer ¬a la que como siempre se le asigna un rol pasivo- es culpabilizada de infectar a un esposo que le habría sido fiel a rajatabla y por añadidura tambien se la presenta como ignorante e incapaz para mantener una relación sexual protegida. Espero que a ésta altura, los comentarios huelguen.

Con éste enfoque intento posibilitar una lectura lo más ajustada posible a la realidad concreta para lograr eficacia en la defensa de éstos derechos.
Es que en relación a la salud en general pero, más aún en torno a la sexualidad se suele optar por hacer aquello que coincide con las creencias y los valores, y aún cuando puedan contradecir a la información y a los conocimientos.
Las creencias y los valores siempre se presentan estructurados en la singularidad de la historia personal y familiar. La contradicción señalada se puede constatar más allá del nivel de información e instrucción, de la disponibilidad de los desarrollos tecnológicos y hasta del estatus social como integrante de la comunidad o como integrante del equipo de salud (EDS).
Sin embargo, en crisis económicas-sociales como la actual la situación puede complejizarse aún más, llegando en algunos casos a privilegiarse los soportes materiales por sobre otros valores. Por ej. aceptando mantener relaciones sexuales sin protección para la prevención de embarazos no deseados o ETS (enfermedades de transmisión sexual). Ocurre tanto en relaciones estables monogámicas (seriadas o únicas) como en situaciones de prostitución.
Los argumentos justificatorios de la exposición a riesgos confluyen más allá de las circunstancias apuntadas: miedo a la desconfianza de la pareja, miedo a perder la protección material, en algunos casos indispensables para la propia subsistencia o la de los hijos.
Eva Giberti realizó ¬en Seminarios que organicé y dicté en colaboración con otros profesionales en la Facultad de Psicología de la UBA de 1989 a 1994- un valioso aporte para la comprensión de ésta encerrona y para la búsqueda de alternativas realistas y éticas. Decía Eva Giberti en 1989: "El SIDA nos obliga a reflexionar en términos de paradojas". Y ejemplificaba "la permanente tensión entre nuestros deseos y nuestros saberes" con la siguiente escena:
-Mujer: "Querido, ponete el preservativo".
-Varón: "¿Cómo, desconfiás de mí?"
-Mujer: "Bueno, no te lo pongas".
La que plantea la paradoja es la mujer, el varón lo que hace es negarse a aceptarla...La paradoja no es de la pareja. La mujer lo ama y se pregunta: "¿Cómo hago para no desconfiar?". Y se contesta: "Pero sí, tengo que desconfiar." El, decía Eva Giberti, la tiene clarita: "Yo no me lo pongo porque no gozo".
Desde luego en éste ejemplo la pareja despliega un criterio erróneo, aunque bastante común (en realidad con el aprendizaje del uso correcto y consistente del preservativo y lubricante acuoso además de preservar la salud tambien pueden preservar el placer). Pero además, queda invisibilizado el malestar de la mujer. Porque con la utilización del preservativo masculino, como tambien señalara E. Giberti, tambien la mujer pierde sensaciones placenteras. Sobre todo si no incorpora lubricante acuoso.

Un modelo de asesoramiento para el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos

S. Corea y S,. Petchesky al definir el terreno de los derechos reproductivos y sexuales en términos de poder y de recursos responden en gran medida a los condicionamientos que vengo señalando. Ellas sostienen: "Poder para tomar decisiones informadas acerca de la propia fecundidad, de tener hijos, de criarlos, de la salud ginecológica y de la actividad sexual. Recursos para poder llevar a cabo tales decisiones de manera segura y efectiva. Entendidos como libertades o elecciones privadas no tienen sentido, especialmente para los más pobres y marginados, si no se aseguran las condiciones de posibilidad de su práctica...condiciones que constituyen los derechos sociales e incluyen el bienestar social, la seguridad personal y la libertad política".

Es posible constatar con frecuencia que el campo de los derechos sexuales y reproductivos es donde se manifiestan con mayor claridad y contundencia las desigualdades de oportunidades tanto entre los dos sexos como en relación a las diversas sexualidades.
Por ej. es notable el esfuerzo de todas las religiones por modelar todo lo referente a la sexualidad haciendo caso omiso a la singularidad de la historia de cada persona.

Y como para dejar claramente establecido hasta donde los derechos sexuales y reproductivos dependen de los derechos de las mujeres, es preciso recordar que ciertas religiones, culturas o políticas demográficas de algunos Estados (el caso de China es ilustrativo), han establecido incluso la violentación de su integridad corporal. Me refiero a las mutilaciones genitales o aun a los asesinatos de niñas, adolescentes y mujeres. Cuando menos, podemos comprobar la intromisión en la vida privada a través de normas restrictivas de la capacidad de decisión autónoma personal.
Además en nuestro medio,resulta insoslayable reconocer los efectos culpabilizadores, sancionatorios y promovedores de sometimiento para aquellas mujeres que se diferencian del estereotipo aun dominante: mujer dependiente-madre-ama de casa, por parte de ciertas teorías y prácticas Psicológicas que todo lo reducen a supuestos conflictos de la subjetividad profunda de las mujeres.
Claro que otra variante, y muy frecuente, es la indicación de fármacos. Tal como demostró Mabel Burín, "muchas rebeldías fueron aplacadas por medio de la medicalización".
Partir del reconocimiento de alta complejidad limita desde luego todo voluntarismo y al mismo tiempo impone, la apertura hacia otros saberes y recursos. Es una alternativa para enfrentar con eficacia los crecientes obstáculos para la protección de la salud sexual y reproductiva y la prevención de los riesgos de daños que la puedan afectar. Trabajar con el sostén de una red multidisciplinaria e intersectorial debería constituirse una pauta de abordaje insoslayable para todo el equipo de salud.
Con frecuencia es posible comprobar tanto en ámbito público como privado la paradojal invocación a la hoy considerada como "políticamente correcta" "perspectiva de género", simultáneamente al despliegue de la dificultad o imposibilidad para aceptar las particularidades del género mujer, sobre todo si se trata de una mujer autónoma. Particularidades que, como toda construcción social, muestran. tanto el reforzamiento como el refinamiento de discursos y prácticas misóginas.
Acuerdo con la propuesta de S. Correa y R. Petchesky de fundamentar las acciones de defensa de los derechos sexuales y reproductivos en la integridad corporal , el ejercicio como persona, la igualdad y la diversidad. Hemos trabajado con ésta matriz de principios en talleres de concientización y capacitación y, las propuestas de redes y recursos que surgieron de los mismos, resultaron consistentes con las necesidades de las participantes y facilitaron el despliegue de las peculiaridades locales.

El principio de la integridad corporal resulta de la mayor relevancia para la libertad reproductiva y sexual por implicar el control sobre el propio cuerpo (al decir de B. De Spinoza: nuestro primer instrumento de poder). Su valoración da acceso a la conciencia de la importancia del autocuidado frente al riesgo de la pérdida (de la condición saludable). La conciencia de riesgo es una alternativa creativa al miedo pánico, porque posibilita la construcción de dispositivos adecuados de protección que pueden poseer dos características de fundamental importancia en relación a la salud sexual y reproductiva: ser modificados para adecuarlos a los cambios de la historia personal -por ej. una nueva pareja o una enfermedad- y para preservar el placer. El miedo en cambio siempre genera conductas de riesgo, bloqueo perceptivo, huída, rechazo, ocultamiento... pese al dicho popular ... muchas son las veces en que el miedo es zonzo. La información puntual es por esto eficaz, sólo raras veces.

Más adecuada a éstas problemáticas complejas es la estrategia del asesoramiento. Su disponibilidad permanentemente en servicios gratuitos es una deuda pendiente para con la población. Mientras tanto seguiremos recogiendo distintas versiones de conductas de riesgos por creencias erróneas. Ya en 1972, Saúl Biocca (maestro de la educación para la salud argentina) advertía sobre el uso indebido de anticonceptivos orales como si fueran preservativos de las enfermedades de transmisión sexual. Aún hoy continuamos encontrando vigente tan disparatado argumento. Aunque creo que el colmo ha sido la sorprendente confección de fundas artesanales en tela de algodón, que en la década del ochenta nos refirieron mujeres de zonas carenciadas como "los preservativos" que ellas elaboraban para "evitar" las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos.

Tambien es necesario hacer hincapié en las oportunidades para la defensa de éste principio. En nuestro país, y en cuanto a los recursos jurídicos, la ley 25.087, "desde una perspectiva de género reconoce mejor la experiencia de las mujeres" al establecer el cambio del título de "delitos contra la honestidad" a "delitos contra la integridad sexual de las personas. Asimismo se reemplazó "abuso deshonesto" por "abuso sexual". M. Rodríguez y S. Chejter señalan que el cambio del bien jurídico debe interpretarse de modo tal que se excluyan las alusiones, interrogatorios y pruebas que pretendan indagar sobre la existencia o no de la llamada "honestidad" de las víctimas.
El principio del ejercicio como persona se expresa en el derecho a la autodeterminación, a la autonomía en la toma de decisiones, a la dignidad. Las anteriores referencias a las niñas y mujeres prostituídas, los mitos misóginos de riesgo y los condicionamientos económicos ilustran con meridiana claridad las limitaciones concretas que es necesario enfrentar.

En cuanto al principio de la igualdad, y siguiendo a S. Correa y R. Petchesky podríamos considerarlo con referencia a la relación entre varones y mujeres y tambien a la relación de las mujeres entre pares. Las asimetrías entre los géneros en éste campo a veces se expresan contradictoriamente. Las adolescentes con hermanos varones del mismo grupo etario lo plantean con frecuencia. Los padres suelen sobreprotegerlas a ellas y descuidarlos a ellos, con el argumento que más los insufla: ellos tienen que aprender a hacerse cargo de sí mismos, responsabilizarse. Claro que, frente a la procreación, tal actitud se vaporiza y se convierte en lo contrario. Las que en tal caso tendrían que asumir todos los riesgos serían las mujeres.
Otro terreno en el que desde hacen varios años vengo planteando es, la necesidad de establecer modificaciones en los registros de vigilancia Epidemiológica. Hasta hace muy poco tiempo, y en algunas zonas aún hoy,
invisibiliza a las mujeres afectadas por enfermedades de transmisión sexual.
Salvo, claro está en relación a la epidemia de VIH/SIDA frente a la que en cambio existe una suerte de "furor estadístico". En el resto se omite la desagregación por sexo.
Pero, hay más. Los datos sobre casos de personas que viven con VIH/SIDA y son tratadas con antirretrovirales tambien ocultan las diferencias entre mujeres y varones. En cambio, se repite aquí la preocupación por el rol de las mujeres en la reproducción. La mayor parte de la información sobre mujeres que viven con VIH/SIDA se limita a la denominada transmisión perinatal.

Es curioso que situaciones de igual inequidad se encuentren desplegadas en los diferentes grupos de mujeres. Muchas antiabortistas se transforman automáticamente en abortistas frente a una mujer embarazada que viva con VIH, aunque se tengan sobradas evidencias de su singular autocuidado y de su cuidado hacia los demás. Ni qué hablar de las mujeres lesbianas. Por lo menos en nuestras comunidades urbanas y más frecuentemente entre adultas y mayores, encuentro que como argumento descalificatorio plantean dudas sobre la condición de mujeres de las mujeres lesbianas. Quienes así las discriminan enmudecen ante pruebas de sentimientos tiernos, de un desempeño profesional exitoso o de una maternidad sin mayores conflictos.
Aunque paulatinamente y por sectores, la sociedad comienza a comprender en la diversidad sexual una de las formas de la diversidad humana. La integración, es así, la respuesta solidaria frente a la discriminación que en ocasiones puede afectar a la integridad física.
Como vemos el respeto por las diferencias entre las mujeres es una cuestion pendiente. Sin embargo, no es de extrañar. En nuestra cultura la diversidad es menos un valor y su consideración es más un arduo trabajo. Situación diametralmente opuesta a la que C. Lévi-Strauss relató en Historia de Lince la que se resuelve en una apoteosis india de la diferencia. Una bisagra en el plano de la aceptación de las diferencias lo marcan los rituales religiosos o culturales mutilantes, que significativamente se ensañan con los genitales femeninos.

Desde luego, las expuestas son algunas de las cuestiones que fueron llevandome a construir desde una ética de compromiso social y de género. Y a necesitar explicitar mi perpectiva desde el género de mujer autónoma. Una expresión sin el vuelo poético que sí encontré en la afirmación de Alejandra Pizarnik y que vuelvo a recordar: "Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea".
Setiembre de 2001.

Lic. Leonor E. G. Núñez. Psicóloga

Integrante de la Comisión La Mujer y sus Derechos de la APDH
Asesora sobre VIH/SIDA en D.O.S.U.B.A.
Presidenta de Accion Solidaria En Salud


Resúmen bibliográfico


-Correa, Sonia y Petchesky,Rosalind, 1994: "Los derechos reproductivos y sexuales: una perspectiva feminista" en Elementos para un análisis ético de la reproducción, 2001, UAM, México.

-Infesta Domínguez, Graciela y otros, 1998, "El estudio de la participación del varón en la salud reproductiva: notas para la discusión". En Salud y Población. Cuestiones Sociales pendientes, Bs. As. Espacio Edit., 1998.

-Malfé, Ricardo, 1987. En apuntes de Cátedra Psicología del Trabajo y comunicación personal.

-Núñez, Leonor E.G., 1998: "Aproximación al análisis del impacto de las enfermedades de transmisión sexual y VIH/SIDA en las mujeres argentinas". En Mujeres en los 90', Edición del Centro Municipal de la Mujer de Vte. López, 1998, Pvcia. de Bs. As.

-Pantelides, Edith, 2000: Introducción de Reproducción, Salud y Sexualidad en América Latina, OMS/Biblos, 2000, Bs.As.

-Rodríguez, Marcela y Chejter, Silvia, 1999. En "Reforma del Código Penal en lo relativo a los hoy llamados, Delitos contra la integridad de las personas", CECYM y C. Municipal de la Mujer de Vte. López, Fund. H.Boll, Bs. As., 1999.

-Torres, Sara: comunicación personal.

© 2001, Leonor Nuñez.
Derechos Sexuales y Reproductivos

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