domingo, 19 de abril de 2009

Editorial Aborto Desobedientes 2008 - Por MCB

“YO aborté pero como soy de clase media alta, tuve médicas contenedoras, asepsia y anestesia. Hasta tuve un hombre responsabilizado y contenedor a mi lado (todo un lujo)
Acompañé a mis amigas a abortar. Ayudé económicamente-emocionalmente a mi empleada doméstica a abortar pero como ella es de clase baja, por enésima vez le pusieron una sonda en el cuello del útero, le dieron suficientes antibióticos pero pocos anestésicos, y ella vive en González Catán y yo en la "Capital", se la bancó como una duquesa y si sus otras cuatro hijas se quedaban huérfanas, pues... joderse. parece que así es la vida…


Yo aborté. Cuando apenas tenía 14 o 15 años y acompañé a Isabel, una chica que trabajaba en casa, apenas 2 años mayor que yo, aterradas y adolescentes, en de Salta.
Con suerte (porque con Isabel conseguimos la plata) y dolor y malos tratos.
Luego fueron una de mis primas, y otras amigas, de mi edad.
Con suerte: conseguíamos la plata.
Clase media al fin.
Ninguna de las mías ha muerto de aborto séptico, pero las almas de muchas han quedado duramente marcadas. Por el maltrato, la clandestinidad, el dolor físico y el miedo.
Después yo misma, ya casada y con un hijo de apenas 5 meses.
Sin contención, pero con dinero.
He contenido, acompañado, prestado y dado dinero, buscado direcciones, llorado, esperado, escuchado, puesto palabra. También luchado públicamente por el aborto seguro, legal y gratuito.
Lo seguiré haciendo.


Yo aborté, cuando tenía 26 años, no tenía la plata. Una compañera de estudios mayor, me preguntó qué me pasaba por que estaba muy desencajada el último tiempo, le
conté y me ofreció el dinero, la contención y su amistad hasta el día de hoy... Tuve suerte, todos en mi casa se enteraron y todos pretendían que lo tenga,
pero no era el momento y no era la persona. Fui con mi mamá y mi hermana, el tipo me hizo firmar un consentimiento de que no se hacía cargo de nada, era bastante largo, en ese momento sentía bronca, tristeza y miedo, sobre todo miedo. Tuve suerte, salió todo
bien... Pienso en la suerte, porque otras mujeres que conozco, no pasaron lo mismo, estuvieron solas, les taparon la boca para que no gritaran, les dejaron cosas olvidadas adentro, les quitaron la posibilidad de seguir soñando. Por todo esto creo que no tiene que ser una cuestión de suerte, sino de derechos.
…..

Aborté cuando tenía 22 años, sin poder hablar, sin compañero, sola con una amiga que hizo lo que pudo. Y me recuperé en la casa de otra que apenas me desperté me hizo saber que prefería que me fuera porque ella estaba mal de haber colaborado con una muerte.
Me fui a mi departamento de estudiante en Córdoba, donde vivía con dos amigas que no sabían nada de lo que me ocurría. Y sola así en silencio, sin poder hablar, elaborar mi decisión y mis miedos, miedo a que alguien supiera lo que había hecho, miedo a que mi familia se enterara que no había perdido mi mensualidad de estudiante, sino que había tenido que pagar un aborto, con miedo a morirme y con culpa.
Aborté con una persona que apenas desperté de la anestesia me pidió que me fuera rápido y que no tomara el colectivo en la parada que estaba cerca de su casa, sino más adelante.
En la clandestinidad, el silencio, el miedo, la vergüenza, aborté por decisión propia.

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En Argentina, el aborto existe. Con mayores o menores riesgos según la plata que tengas para poner. Hay otros abortos, abortos sépticos, abortos inseguros,

que además de la violencia del maltrato, dejan severas secuelas en los cuerpos de más de 15.000 mujeres por año.

Los abortos clandestinos asesinan a una mujer por día; pero de eso no se habla, esas no son vidas para cuidar, o “son lo otro”, “las asesinas”.

Han expropiado nuestros cuerpos, pagamos nuestra sexualidad con la pena de la maternidad obligatoria.

Los abortos son una realidad. Hijas, madres, tías, primas, amigas y novias. Mujeres. A todas nos toca de cerca.

Yo aborto, tú abortas, TODAS CALLAMOS.

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